…y caminando por el sendero me encuentro con aquella mirada que turba mi ser, siento su esencia penetrando mis sentidos, colándose por cada poro de mi piel, cada centímetro se inunda de ese calor extaciante que reparte con su lengua por doquier.
Bebo la sabia de sus labios, recorro su cuello con la mas lenta parsimonia, labios que urgen por juntarse, unirse, apretar, dientes que urgen por morder, desangrar, estas uñas que tiemblan por desgarrar aquellas alas endemoniadas que rodean mi cuerpo, desgarrar, morder, sangrar,
beber su sangre gota a gota, lamer las heridas infringidas con la lengua caliente que saborea cada centímetro de su cuerpo.
Recorrer cada palmo con la presunta excitación de quien prueba lo prohibido,
la jamás imaginada sensación de poseer a un demonio de mirada tan profunda que parece poseerte, ultrajar cada milímetro de tu densa piel.
¡Comerte, desgarrarte!
Devorarte rápidamente sin tiempo de pensar en nada más que en saborear de manera histérica cada pulsación de tu rojo corazón que se queda sin vida a cada succión.
Poseer tu cuerpo inerte tendido bajo mi cuerpo, mientras robo segundo a segundo un poco mas de tu tibieza que escapa junto a tus latidos, pero tu alma…
esa la he aprisionado, en el rincón mas obscuro de este seco corazón,
jaula de tus pasiones.
Un beso más,
una breve caricia, una mordida que te haga sangrar un poco más… mientras los rescoldos de la noche no se extingan…
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